El domingo nos sorprendió con la filtración más grande de documentos registrada en la historia. Los #panamapapers involucran a políticos, deportistas, importantes hombres de negocios a nivel internacional en casos de corrupción y evasión fiscal.
Las firmas de abogados que creían que sabían lo que hacían (así como Mossack Fonseca) sin embargo, ahora estarán pasando por un proceso de sondeo, de monitorear a sus empleados actuales, pasados y futuros, de asegurarse que sus sistemas de seguridad son lo suficientemente buenos como para que no les pase… o para que si les pasa, todos se quemen parejo.
Seamos honestos: a nadie le sorprende que estas personas desvien fondos, que tengan más dinero del que dicen que tienen o que lo usen para cochinadas. Cada quien conoce su sistema judicial así que tampoco sorprende si ninguno de estos casos tiene las consecuencias que uno esperaría y en unos meses todos vuelve a la “normalidad”.
Seguramente los que no tienen que ver con estos altos rangos, puestos con sueldos de lujo e impuestos que desviar simplemente creen que esto no les afecta, que no hay nada que aprender ahí. Se equivocan.
Desde la perspectiva de alguien que dirige un negocio o un equipo de trabajo sea grande o pequeño, lo que pasó con los #PanamaPapers es un amigable recordatorio de tres cosas que hay que tener en cuenta siempre y que facilmente olvidan:
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